El Viejo Continente se encuentra en un punto de inflexión donde riesgos y oportunidades coexisten. Analizamos las claves para inversores que buscan navegar con éxito en un entorno cambiante, maximizando el potencial de rendimiento y gestionando los obstáculos.
Europa arrancó 2025 con un crecimiento moderado y sostenido que superó expectativas iniciales. La Comisión Europea ha revisado al alza sus pronósticos para el conjunto de 2025 y 2026, pese a la tensión comercial con Estados Unidos.
España lidera el bloque con un avance del PIB estimado en 2,9% para 2025, mientras que la eurozona en su conjunto lucha por alcanzar la paridad de crecimiento con EE. UU. de cara a 2026.
La inflación se mantiene en el objetivo fijado por el Banco Central Europeo en 2% anual, muy por debajo del 3% que registra Estados Unidos, lo que refuerza la competitividad de la zona euro.
Varios factores convergen para mejorar el ánimo de inversores:
Este conjunto de medidas está creando un entorno propicio para la generación de nuevas oportunidades y consolidando la confianza en los activos europeos.
En lo que va de año, la renta variable europea ha superado a la estadounidense, impulsada por la caída de la inflación y un escenario de tipos más bajos. Los gestores de fondos aprovechan la rotación de activos hacia Europa para captar rentabilidades atractivas.
Dentro de este contexto destacan tres segmentos:
El consumo discrecional británico también obtiene perspectivas favorables, apoyado en la recuperación de la demanda interna.
El BCE ha recortado cuatro veces los tipos de interés en 2025, reduciendo el nivel general del 4% al 2%. Por su parte, el Banco de Inglaterra ha ajustado el tipo oficial al 4,25% tras dos recortes.
Se prevé que el BCE realice uno o dos recortes adicionales, hasta situarse en un tipo terminal cercano al neutral. Según Goldman Sachs Asset Management, el tipo terminal en Reino Unido podría apuntar al 3,25%.
Estos movimientos favorecen la renta variable al abaratar el coste de financiación para empresas y consumidores, estimulando la inversión y el consumo.
Aunque el panorama es prometedor, existen incertidumbres que merecen atención:
Gestionar estos riesgos con una estrategia diversificada y disciplinada será clave para proteger carteras.
Entre las áreas con mayor potencial destacan:
Estas oportunidades se apoyan en tendencias estructurales de largo plazo y en el aumento de la inversión ESG.
Malcolm McPartlin (Aegon Global Sustainable Equity) considera que la racha alcista de la renta variable europea seguirá hasta finales de año, gracias a reformas fiscales y estabilidad en bonos.
Ben Kumar (7IM) apuesta por las empresas de mediana capitalización y servicios públicos, destacando a Iberdrola y National Grid como referentes.
Kathleen Brooks (XTB UK) ve un potencial alcista en los valores británicos de defensa y consumo discrecional, especialmente Rolls-Royce.
Markus Hansen (Vontobel European Equity Fund) confía en que se alcance un acuerdo comercial con EE. UU., aunque reconoce que las negociaciones pueden generar volatilidad temporal.
José Manuel García (atl Capital SGIIC) define 2025 como un año “excepcional” para Europa, gracias a medidas de protección fiscal y bajada de tipos.
El consenso apunta a una continuidad del crecimiento económico y de la rentabilidad de la renta variable en Europa. El objetivo del 2% de inflación se ha consolidado, aportando estabilidad a corto y medio plazo.
Aunque se espera una volatilidad elevada, los inversores que acepten la incertidumbre podrán aprovechar las fases bajistas para reforzar posiciones.
La diversificación internacional, con una mayor exposición al Viejo Continente, será fundamental para reducir riesgos y maximizar oportunidades.
Este conjunto de datos sirve como guía para estructurar carteras equilibradas y alineadas con las tendencias más relevantes.
Referencias