En un mundo donde Wall Street domina las portadas financieras, los mercados de frontera y emergentes ofrecen una narrativa distinta y llena de oportunidades. Este artículo explora su potencial, riesgos y perspectivas.
Los mercados emergentes incluyen países con economías en rápido desarrollo, como Brasil, China, India o Sudáfrica. Aun carecen de la madurez total de las economías desarrolladas, pero muestran un dinamismo notable.
Por su parte, los mercados de frontera representan economías aún más pequeñas y menos maduras, como Vietnam o Nigeria, que combinan liquidez reducida con un alto potencial de crecimiento.
Estos contrastan con los mercados desarrollados de EE.UU., Europa y Japón, caracterizados por elevada estabilidad, liquidez y estructuras regulatorias consolidadas.
En 2025, el índice MSCI de mercados emergentes ha registrado un alza cercana al 30 %, la mayor subida en quince años, mientras que los bonos locales han superado el 15 % de retorno.
En comparación, el S&P 500 avanza alrededor del 14 % este año. Esta divergencia crea un rally sorprendente en emergentes.
Varios factores explican este impulso:
La heterogeneidad de estos mercados permite identificar segmentos con alto potencial:
Además, en India surgen conglomerados que combinan manufactura avanzada y penetración digital, conocidos como “compuestos indios”.
Invertir más allá de los mercados desarrollados ofrece diversificación real y exposición a polos de crecimiento :
Se espera que 19 de 24 economías emergentes superen el crecimiento del PIB de EE.UU. en 2025.
Sin embargo, no todo es exuberancia. Estos mercados presentan desafíos que el inversor debe evaluar:
La amplitud de opciones es notable: más de 3.400 acciones en 24 países y 11 sectores permiten construir carteras diversificadas con acceso a tendencias como IA, fintech y energía limpia.
La elevada dispersión de retornos favorece la selección activa, mientras que la subexposición de inversores occidentales abre espacio para mayores flujos si aumenta el apetito por riesgo.
El desarrollo de una creciente clase media en Asia, África y Latinoamérica impulsará el consumo interno y la demanda de servicios digitales.
Las inversiones en infraestructura digital y la transición energética crearán nuevos polos de innovación fuera de EE.UU. y Europa.
Además, varios países emergentes presentan ratios deuda/PIB más bajos que las economías desarrolladas, lo que mejora su resiliencia ante shocks externos.
La narrativa de que los mercados emergentes y de frontera son meramente especulativos ha quedado obsoleta. Para el inversor moderno, representan oportunidades estratégicas reales.
Diversificar más allá de Wall Street no es una tendencia pasajera, sino una decisión informada que abre puertas a nuevos polos de crecimiento global y a la participación en las historias de transformación económica del siglo XXI.
Referencias